Lección
de Vida
Mi nombre es María Mercedes
Najara, hoy tengo 34 años. Mi familia está compuesta por mis padres y dos
hermanas, una de ellas está casada quien me dio dos sobrinos.
En mi infancia vivía con mis
abuelos, me gustaba jugar con mis primos y hacer muchas travesuras, un día metí
los dedos en el enchufe y me agarro la corriente ¡casi me muero! Me salve de
tantas que hoy me da risa.
Luego comencé a ir a la
escuela, no me gustaba mucho ir, tenía pocos amigos, algunas veces me hicieron
bromas por mi estrabismo (tenia los ojos cruzados, me operaron a los 7 años)
pero igual me gustaba estudiar historia, literatura, geografía, menos
matemática. Nunca deje de ir a la escuela, aunque repetí tres veces tanto en
primaria como en secundaria. Aprendí muchas cosas que hoy me sirven para desenvolverme
en la vida.
A los 33 años comencé con un
problema de visión, veía borroso y me tenía que acercar mucho para ver las
coas. Me llevaron al médico, me impacto tanto que me angustio, y me dijeron que
debían hacerme un trasplante de cornea. Salimos de ahí con mi madre y me puse muy mal, me angustie hasta las
lagrimas. Nos inscribimos en el INCUCAI y esperábamos el trasplante.
Empecé a pensar porque a mí
me toco esto, pensé que era un castigo de Dios, porque veía que a los otros les
llegaba el trasplante pero a mí no. Todos los días estaba ansiosa, me ponía
triste y alegre en otros momentos, pero nunca deje de pedir la ayuda de Dios.
Cuando llego mi operación me
puse muy feliz, tenía mucho miedo pero sabía que unos ángeles me estaban
cuidando. Finalmente la operación fue un éxito.
Ahora, gracias a Dios que
permitió que llegara el trasplante, puedo ver. Estoy contenta de ver bien.
De esta experiencia aprendí
que todo es posible en la vida, solo hay que esperar con paciencia.
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